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La educación en la sociedad de la información

Ecos de CALLICO

Algunos de vosotros ya sabréis que la semana pasado se ha celebrado en Pittsburg (EE.UU.) uno de los más importantes congresos en lo que a tecnología y educación se refiere.
Según algunos presentes, los temas que han hecho furor son: uso de bitácoras, wikis y aplicación de videojuegos, con una alucinante demostración de un proyecto para el Ejército incluido en el que los jugadores (futuros soldados) interactuaban con la población hablando en árabe para llevar a cabo el objetivo de la misión.
También se habló mucho del enfoque por tareas, pero ahí en Europa les llevamos muchos años de ventaja, por una vez.
Muchos temas se abren ante nosotros, pero iremos poco a poco...

Reformista o no

Gracias a un excelente artículo del Center for Futurism in Education de la Universidad Ben Gurion de Israel, me he podido categorizar (algo que siempre es inevitable) como «reformista» con venas «holistas» y un aderezo tecnocrático; toma ya.
[...] identifican tres paradigmas o enfoques radicalmente divergentes en la integración de las nuevas tecnologías en la educación:

1. El paradigma tecnocrático, que toma la revolución tecnológica como un dato inexorable, considera los cambios como meramente instrumentales, y solamente se preocupa por cuestiones como el número de alumnos por ordenador o la calidad de la conexión a Internet.

2. El paradigma reformista, que cree que las nuevas tecnologías pueden ayudar a promover el modo «correcto» de enseñar y de aprender. Las palabras de moda en este sector son «interdisciplinar», «constructivismo» y «aprendizaje colaborativo».

3. El paradigma holista, preocupado por el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad y en la cultura en general, que puede adoptar un punto de vista conservador o radical.

Da que pensar, ¿verdad?

Sobre el 11M (y lo que vino después)

No, no voy a contar aquí lo que sentí. No creo que sea especial en eso, mi pena y sentimientos son afines a los de miles de personas. No. Quiero reflexionar brevemente sobre el despiste que reina, a mi juicio, en la mayoría (salvo excepciones) de los «analistas» anclados en posiciones, ideas y forma de ver el mundo de la era industrial.
Este es un atentado de la era de la información. Planeado por una red terrorista de redes (así nombraban a Al Qaeda en El País del domingo pasado), contra un nodo de una red de comunicación que es Atocha (quien conozca Madrid no negara esto), aplicando una filosofía «hacker» (usar las herramientas del propio sistema para combatirlo) según su experiencia en otros lugares del mundo (los autobuses que explotan en Israel parecen el antecedente directo). En definitiva, es también un atentando de una era globalizada: pensado por una red internacional con raíces en Oriente Medio, planeado en Alemania, llevado a cabo por magrebíes (si esto se confirma) en España...
No solo esto, además, lo que costó el poder al PP no fue la gestión económica, pues parece que los datos macroeconómicos los avalan, sino la gestión de la información. Si en la era feudal era la posesión de la tierra la que marcaba el poder y en la era industrial era el dinero, comienza a aparecer en estos días una «mercancia» nueva cuya posesión se disputan la ciudadanía y el poder: la información. La sospecha, comprobada o no, de que el gobierno intentaba apropiarse y administrar la información relativa a un hecho tan luctuoso como este, fue la verdadera causa decisiva para inclinar la balanza hacia el PSOE, más como un voto de castigo por malas experiencias anteriores (Prestige, No a la guerra...) que como una protesta por mala gestión. Si añadimos a esto el papel fundamental de las tecnologías de la información en las movilizaciones de la noche del sábado (mensajes SMS y correos electrónicos), tenemos los ingredientes básicos para asegurar que el partido o colectivo social que no reconozca que los paradigmas sociales están cambiando, tiene todas la papeletas para fracasar.